Álvaro me dice que nadie es como todo el mundo; pero yo, sólo quiero cambiarlo.

Hace un par de semanas me dijeron que era la tía que siempre tenía una solución.
Ayer me llamaron magnánima.
Y os juro que me parece más bonito a cualquier otro piropo.

Para mi abuela siempre seré la más bonita.

Nunca supe diferenciar entre las personas que me llaman por mi nombre
de aquellas que tan sólo lo hacen con diminutivos, de aquellas otras, que prefieren ni mencionarme. Y no encuentro la diferencia.
Podría atender a cualquier nombre pero prefiero hacerlo con el mío, podría ser cualquier cosa para otros pero prefiero ser yo.
Aquella que fotografiará el mundo antes que lo destruyan
para que alguien, de otro planeta supongo, piense lo imbéciles que somos.
Que condenan 5 años de cárcel a la mujer que da pecho en público a su hijo,
solo para extender la mentira de que los pechos no sólo
están para excitar a alguien.
Que vamos en camino a por las terceras elecciones, señores. Que no somos capaces de ponernos de acuerdo.
Que no somos capaces; no estoy de acuerdo.
Que pensar para luego existir ya no existirá. Porque lo único que vamos a saber es que no sabemos nada. Que la filosofía muere. Que la han matado. Que a su entierro sólo irán los más sabios.
Que yo no muero por nadie, sólo regalaría mi vida al mejor regalo que tengo:
                                                                                                      mi hermana.
Porque no quiero que mis futuros hijos aprendan de mí pudiendo aprender de ella.

Que tengo la garganta en estado crítico de toda la mierda que me trago desde las siete de la mañana. Que ni siquiera nosotros podemos mover el mundo, que lo único que lo mueve es el dinero. Y la vida no es tan cara, pero le echamos mucha.
Que para terminar con la rabia la solución no es matar al perro, sino a la represión que cada uno de nosotros llevamos dentro. Que dar con el fin de recibir habla más de dependencia que de amor, que solo un 0,4 de la población ama incondicionalmente y esto lo deberíamos hacer todos, así, tal cual:
                                                                   
                                                                              sin               condiciones.

Que Italia tiene poesía y se llama Laura. Y alegría y paz, y vida, mucha vida. Y Ernesto Perez Vallejo moriría de nuevo por encontrarla. Y yo no dudaría en hacerlo si ella se encontrara sola.
Que sé que Jorge no puede comer pan, pero sé que se va a comer el mundo; que cuando él habla enseña, que el día que me voy a dormir sin saber nada nuevo sé que no he estado con él.  Que el tiempo tiene alas, que Liset volará muy alto y llegará lejos -en todos los sentidos-, que la distancia no significa separación, que la unión no está en el cuerpo. Que yo tengo un amigo que nunca veo y nunca me ha faltado, que una vez me dijo:
"he visto a tu hermana y es lo más parecido que tengo a verte a ti" - y a mi me pareció más bonito a cualquier otro piropo.
Que vivo con un pertiguista aeronáutico y con un artista pero prefiero llamarlos soles, que siempre me dan luz en casa. Que la manera que las personas (me) critican es la misma que se critican ellos, que somos el espejo del otro.
Que no tengo diagnóstico. Que el neurólogo me dijo que la solución a no poder despertar es no tener miedo a no despertar,
y yo le dije entonces, que las personas que no tienen miedo a morir son las que nunca lo harán;

y ya pude dormir tranquila.

Que hoy me han vuelto a decir que la esperanza es lo último que se pierde. Y he pensado en llamar a mi futura hija Pandora. Que el nombre de mi padre tan sólo habla de él.

Que hay gente que me llama Isa el primer día de conocerme, que mis amigos me llaman como les apetece y otros ni siquieran se atreven a nombrarme.
Que ya sé cual es la diferencia.

Que todo el mundo sabe como me llamo, pero nadie mejor que tú sabe cómo llamarme.