Manos a esta obra rota.



Hoy me he despertado y seguía siendo de noche
y he pensado:
¡Joder, donde está aquella luz 
que me entraba por tus  pestañas!
Y dónde están tus pestañas
y tu luz
y a quién coño despiertan ahora.

Y a quién haces trucos
y tratos
y promesas que ya no me prometen a mi.
Y quién será tu prometida
y quién seré yo el día de tu boda
¡Pero y quién seré yo, joder!
Pero y quién
te jurará amor eterno
y te ofrecerá todos sus futuros contigo
si una vez ya lo hice yo.

Quién me arrancará estas manos
para que no te recojan más
cuando caigas
porque siempre estarán dispuestas a levantarte del suelo.

Y quién morirá por ti
el día que tu llores.

Quién llorará por ti
el día que yo  muera,

porque será el día en el que la poesía
deje de hablar de ti
y la gente deje de recordar quien eras.

De quien forraré ahora mi cuarto
si se han rajado las paredes
del portazo que diste.
Y cómo quitaré este maldito olor a vacío
que dejaste
cuando te llevaste todo:
las fotos
el abrigo
el brillo de los cristales,
la ropa
los muebles
y hasta el color blanco de las paredes,

se lo llevó todo, si,
menos a mi.

Y ahora me quedo tal y como se ha quedado
esta ruin habitación sin ti;
rota
sin luz
fría
sucia
desnuda
y vacía.

Completamente vacía.

Y cómo pagar ahora la luz
si estaba enganchada a las de tus pestañas,
y el agua
si siempre llovías.

Cómo evitar ahora este deshaucio,
si yo todos los días trabajaba tu sonrisa
pero no me pagaban por ella.

Cómo declarar este desastre

si yo jamás te delataría.

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